lunes, 23 de abril de 2012

Día del Idioma


Día del Idioma
Por: Walter Blandón Villa
Lic. en Humanidades Lengua Castellana - UDEA


En el diccionario de la RAE[1], encontramos que Idioma es “Lengua de un pueblo o nación, o común a varios”. Esto me hace pensar en nuestra lengua, en la que es común, en aquella que cobija nuestras maneras de interactuar como miembros de una comunidad. Tal pensamiento me lleva a la pregunta de si esta lengua común, es realmente tan común, pues lo que encuentro más común es que cada vez escuchemos y leamos términos que, aunque emitidos por personas de nuestro entorno, podríamos no entender.

Me refiero entonces a que proliferan en la actualidad expresiones enmarcadas dentro de grupos delimitados que hacen parecer como que el idioma está fraccionado en gran cantidad de particularidades, bien sea por palabras creadas entre dichos grupos o por adecuación de las palabras en otras connotaciones distintas a las usadas tradicionalmente en el idioma.


Dos grandes grupos pongo como ejemplo de estas manifestaciones: las tribus urbanas y los cibernautas. Los primeros, han desarrollado cantidades de jergas, a diferencia de años atrás, cuando simplemente había una tendencia de moda y eran pocas las variaciones que se podían percibir -por ejemplo la expresión "BACANO" sonaba extraña y grotesca al lenguaje formal de la mayoría-. Ahora se multiplican las expresiones por la misma diversidad de grupos que proliferan, que confluyen en simultánea, como diría Pombo: “dos, tres, hasta ciento”[2], palabras estas que llenan de particularidades cualquier espacio. Escuchamos por ejemplo, TODO BIEN, SORNERO, PARCE, TROL, SEBA, ALETOSO, CHIMBA, PAILAS… y muchas más. La calle, el parque, el transporte público, los escenarios deportivos, los eventos y, desde luego, la escuela, son algunos de los espacios donde diariamente somos sorprendidos por esta considerable cantidad de locuciones.

En el segundo grupo, es decir, los cibernautas, puede verse la otra parte de estas manifestaciones particulares de la lengua. Las redes sociales parecen tener su propio diccionario: XD, SIP, NOP, PS, KE, PERE, GRAX, XAO, BN,  BB, TAZ, XQ, XK y otros muchos, que dan buena cuenta de que se está escribiendo como en otro idioma, pero embebido en el nuestro.

Sin embargo, una segunda definición de Idioma en la misma RAE, nos dice que es el “Modo particular de hablar de algunos o en algunas ocasiones”. Y es entonces cuando todo podría justificarse, puesto que los “algunos” son todos aquellos grupos con los que convivimos y que particularizan sus formas de expresión como lo que son: subculturas (entendido el término como “parte de la cultura” y no como “inferiores”, que sería denigrante). Éstas se manifiestan además desde un sistema de signos del lenguaje que se hace abundante, tal vez como consecuencia de los cambios sociales, pues siguiendo a Lotman y Uspenskij “Es indicativo cómo el sucederse de las culturas (especialmente en épocas de cambios sociales) vaya acompañado generalmente de una decidida elevación de la semioticidad del comportamiento (lo que puede hallar expresión hasta en el cambio de los nombres propios y de las denominaciones)"[3]. Esos cambios son ahora muy visibles en el lenguaje.

Las “algunas ocasiones” a las que se refiere la definición de la RAE, podría decir que son los espacios específicos en los que los “algunos” se expresan, pues es evidente que, en cuanto se ven avocados a decir o escribir en contextos diferentes a los de sus grupos, hacen uso del lenguaje que nos es común (aunque alcance a traicionarlos el subconsciente por momentos debido a la costumbre).

Ahora bien, creo que la gran pregunta por lo común de nuestro idioma, se debería responder no desde la perspectiva de las palabras que utilizamos, sino desde la forma como, sin importar los términos, nos aseguramos de hacernos entender, porque a pesar de las diferencias, en contexto, alcanzamos a interpretar lo que cada quien nos quiere decir. 

Palabras, signos y más palabras que se acumulan pero que, por sí solos, no podemos considerarlos como enriquecimiento de la lengua. Son los sentidos de los mismos lo que los hace parte del del patrimonio léxico y comunicativo y que nos corresponde entender y valorar.

Pero me queda una inquietud… ¿Qué es entonces lo que exactamente celebramos? Podríamos pensar seriamente en que el motivo de la celebración podría estar en que exista el idioma o en que podamos usarlo como queramos o en su riqueza y diversidad o, tal vez, en que podamos maravillarnos de lo que otros han hecho con él... y si este es el caso... ¿Qué estamos haciendo nosotros con él?

Yo creo que seguiré buscando respuestas y espero poder hacerlo mientras disfruto de leerlo en cada texto, en cada contexto, en cada jerga y en cada clásico, hasta que habite yo el idioma como ahora éste me habita a mí.




[1] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Vigésima segunda edición. En línea. [consultado el 23 de abril de 2012].
[2] POMBO, Rafael. Fragmento de la fábula Pastorcita.

[3] LOTMAN, Juri y USPENSKIJ, Boris. Semiótica de la cultura. Sobre el mecanismo semiótico de la cultura. Ed. Cátedra. Madrid. 1979. p. 68.

2 comentarios:

  1. Frente al tema trabajado quisiera dar dos consideraciones:
    La primera, gira en torno a la inquietud sobre qué es lo que se celebra exactamente. Lo que me lleva a concluir, que toda la festividad de dicho día –el día del idioma-, circula en pro, tanto del nuestro idioma, como de los usos y diferentes variaciones que de este mismo han surgido a través del tiempo y de la historia, pues desde mi perspectiva, una de las características más admirables de las lenguas, es que no son estáticas. Estas, como lo escuché en algún sitio “nacen, crecen, SE REPRODUCEN, y mueren” tal y como ha sucedido con la nuestra: Nació el día en que, citando a Pablo Neruda: “a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”. Después de tan maravilloso suceso, ésta se expandió por toda nuestra región, aprendimos a sentir en ella, a vivir con ella; de ahí, luego de que fuimos capaz de sentir con las palabras, se originaron todas las variedades lingüísticas de la misma: Tecnolectos, idiolectos, dialectos, etc. los cuales responden a los intereses de determinados grupos sociales y o culturales, y por último, las expresiones han venido desapareciendo, lentamente, hasta el punto de no ser casi que reconocidas, como es el caso, en nuestro contexto Antioqueño de: Pionada, Jincha, Taita, Compadre, Betuste…
    Ahora, lo segundo que quiero decir, son unas palabras de felicitación a Walter Blandón –escritor del artículo- por tan buena labor. Que buen artículo, que buenas reflexiones, gracias por poner ante mis ojos, tan bellas y sabias palabras, palabras que hacen alago a ese Idioma, a esa Lengua, a ese “don sublime” (Aristóteles) propio de los seres humanos.
    ¡También cité, por si lleras, jaja!

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  2. Don Walter, primero que todo quiero felicitarlo y agradecerle por compatirnos un artículo que además de estar bien construído nos lleva como sujetos de palabra y de idioma, a reflexionar y a pensar de manera crítica tantas aspectos que tal vez muy pocas veces nos detenemos a pensar de nuestro cambiante entorno. Considero que es un interesante artículo a propósito de la celebración de dicho día y además, de nuestra formación como maestros de Lengua Castellana a quienes nos compete de una forma muy directa, ya que seremos nosotros, con nuestro ser y hacer los futuros transmisores de conocimientos, de palabra,de valores y por supuesto de nuestro bello idioma. GRACIAS POR EL ARTÍCULO.

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